Sobre desarrollo, bienestar y futuro
Actualizado: 9 feb 2021
El modelo de desarrollo en que se embarcó el país, es producto de una filosofía de
modernidad que crea estructuras y lógicas sociales tremendamente peligrosas para la
supervivencia cultural de las comunidades que no encajan en el discurso desarrollista
Leonardo Fernández Jiménez 1
El “desarrollo” no es un concepto maestro, con carácter objetivo e intenciones
universalmente aceptables. Por el contrario, se trata de un discurso con la capacidad de
crear y moldear realidades, capaz de dirigir el destino de naciones enteras. Especialmente
de aquellas “subdesarrolladas” o “en vía de desarrollo”, adjetivos que a la larga son tan
poderosos como vacíos de significado. Es común entender “el desarrollo” como un objetivo
común encaminado al bienestar y la abundancia material. Es decir, como la principal meta
de toda nación y el equivalente a disponer de una gran cantidad de bienes y servicios a la
mano, pues hay un imaginario consistente de que “vivir bien” es lo mismo que tener los
recursos y la salud para poder disfrutar de todo lo que el mercado ofrece.
El surgimiento del concepto de “desarrollo” no es casualidad y tiene una historia detrás. Se
trata de una de las muchas “lógicas” que moldean el funcionamiento de las sociedades. El
“desarrollo” es producto de la modernidad y la industrialización. De la modernidad y la
razón como modos de pensar y entender el mundo que anteponen lo empírico sobre
cualquier otra forma de entender la realidad, llámese religión, intuición, etc. Y de la
industrialización (producto de la “Revolución Industrial”) como escenario que mostró que
el progreso tecnológico permitía satisfacer necesidades materiales más fácil y rápidamente,
principalmente generando riqueza 2 . El sistema lógico era claro: Se deja de lado lo que no se
puede medir, se cree en la ciencia como fuente “pura” de conocimiento y se aplican sus
avances a la vida del hombre. El resultado: riqueza para todos. La humanidad, gracias al
“desarrollo” como proyecto, superó dos grandes constantes: la escasez y el temor a lo
desconocido. Todo gracias a la creencia de que la tecnología no solo aumenta el progreso
material, sino que además, le otorga dirección y significado. Más tecnología igual a más
1 Estudiante de Derecho de la Universidad de los Andes. Contacto: L.fernandezj@uniandes.edu.co
2 Unceta-Satrústegui, K. (2009). Desarrollo, subdesarrollo, maldesarrollo y postdesarrollo:
Una mirada transdisciplinar sobre el debate y sus implicaciones. Carta latinoamericana:
Contribuciones en desarrollo y sociedad en América Latina.
desarrollo y más desarrollo igual a más abundancia material. La ecuación aparenta ser
sencilla. La lógica –si se quiere clásica– del desarrollo, parte de una premisa falsa: la
capacidad expansiva del mercado es infinita y, en la medida en que el aparato económico
crezca, todos vivirán mejor.
Una vez entendido el concepto de desarrollo como objetivo y lógica “común”, es
claro que debe ser medido. En este punto la estadística, como lenguaje aparentemente puro
y alejado de la discusión democrática y política, juega un papel clave. El desarrollo, ya no
solo como meta, sino como discurso, necesita crear un lenguaje que permita catalogar a las
personas, las comunidades y los países como desarrollados o subdesarrollados. Esto se
puede ver como una analogía al sistema moral de bueno y malo. En el esquema clásico de
“desarrollo igual a productividad” la manera de hacer la clasificación fue la medición
macroeconómica. En este sentido, el país que más produce bienes y servicios en un
determinado período de tiempo recibe el denominador de desarrollado y el que no
produzca tanto, recibe la condena de subdesarrollado; en su eufemismo actual, en vía de
desarrollo. De la mano con la medición del desarrollo y de la creación de anormalidades
como subdesarrollo, viene la acentuación de objetivos comunes como progreso social que
se contraponen a la pobreza. De esta manera, el lenguaje del desarrollo permitió (¿o
permite?) que las clases populares comiencen a ser percibidas como “masas de enfermos,
malnutridos, incultos y fisiológicamente débiles” 3 requeridos de la acción social y la
asistencia estatal para poder entrar en el camino desarrollista.
Se trata de un discurso que cala en sentimientos profundamente racistas, pues crea
imaginarios de raza, género y cultura que desprecian todo lo que no sea afín a la cultura
europea. En otras palabras: el desarrollo tiene cara de hombre, con facciones atractivas en
términos de estereotipo racial, con afinadas maneras europeas y que vive – desde luego –
con todo tipo de comodidades materiales. Ese discurso deja a la gran mayoría de nosotros
por fuera y no admite versiones en contrario. En palabras de James Ferguson: “El resultado
de esta descripción es una representación de “el problema” en términos de límites naturales,
topografía, espacio físico y reproducción social, que requiere a su vez de soluciones como
3 Escobar, A. (1998). La invención del Tercer Mundo: construcción y deconstrucción del
desarrollo. Bogotá: Norma.
mejor administración, nuevas tecnologías y control de la población” 4 . En síntesis, el
desarrollo crea su propio discurso e individualiza a su propio enemigo.
“Mejor administración” y “más tecnologías” para los países subdesarrollados del
tercer mundo. Colombia, ni blanco, ni europeo, ni de primer mundo: la presa perfecta.
Colombia, como muchos otros países latinoamericanos, adoptó su destino sin titubeos y ha
diseñado sus planes de gobierno partiendo de la premisa de que puede superar la pobreza al
crecer. Al mapear el origen de la lógica desarrollista colombiana, autores como Arturo
Escobar destacan varios actores, como la misión económica del Banco Internacional de
Reconstrucción y Fomento, que visitó el país en 1949 y formuló un diagnóstico para que el
país rompiera definitivamente con su “círculo vicioso de pobreza”. Además de formular
una “multitud de mejoras y reformas” en ámbitos institucionales, industriales y educativos,
buscó que el país se aprovechara de sus recursos naturales e iniciara su vertiginosa
explotación. Para entonces el camino era claro: el país tenía que modernizarse para superar
la pobreza y dejar de ser un país subdesarrollado.
El anterior modelo fracasó, tal como se mencionó al principio. No solo por haber
partido de premisas falsas, sino también por haber usado el lenguaje de medición
incorrecto. Autores como Koldo Unceta destacan tres grandes problemas de los que
adolecía el popular modelo de bienestar. En primer lugar, el relativo a la pobreza y la
desigualdad. Pese a los resultados obtenidos en términos del incremento del PIB por
habitante, para la década de los 70 ya resultaba imposible asumir que el grado de desarrollo
hubiera aumentado cuando la pobreza, el desempleo y la desigualdad no habían disminuido.
En segundo lugar se encuentra el abrupto deterioro del medio ambiente y de los recursos
naturales. En el corto plazo, esto llamaba la atención sobre nuevas enfermedades y riesgos
para la salud, mientras que en el mediano y largo plazo alarmaba sobre la existencia de
“límites” al desarrollo. En tercer lugar, el modelo clásico de desarrollo era ciego al género,
4 Escobar, A. (1998). La invención del Tercer Mundo: construcción y deconstrucción del
desarrollo. Bogotá: Norma. Citando a Ferguson (1990)
5 Unceta-Satrústegui, K. (2009). Desarrollo, subdesarrollo, maldesarrollo y postdesarrollo:
Una mirada transdisciplinar sobre el debate y sus implicaciones. Carta latinoamericana:
Contribuciones en desarrollo y sociedad en América Latina.
pues no tuvo la capacidad de hacer que hombres y mujeres se integraran en igualdad de
condiciones a él. Este conjunto de fracasos es evidente en distintos países de América
Latina y es visible en el caso de estudio de la Orinoquia y Amazonía colombiana.
En Colombia la región del Yaigojé-Apaporis, ubicada en el territorio de los
departamentos de Amazonas y Vaupés, ha sido considerada uno de los tesoros naturales
más importantes del planeta. Además, es el lugar de asentamiento de comunidades
indígenas milenarias. En 2009, la minera canadiense Tobie Mining quiso iniciar un
proyecto minero a cielo abierto con el beneplácito inicial del Estado colombiano. El
proyecto en su momento fue objeto de serias contradicciones por parte de las comunidades
indígenas de la región y de los académicos que habían estudiado la cuenca del río Apaporis.
Aunque la cuenca del río se salvó gracias a una declaración de la zona como Parque
Nacional y la subsecuente demanda al Estado colombiano por parte de la minera, no fue
sorpresa que las comunidades indígenas fueran tildadas de “resistentes al desarrollo” 6.
Dentro de los académicos que conocen a fondo la región del Apaporis se encuentra
el antropólogo norteamericano Wade Davis, quien desde hace más de 20 años ha
etnografiado a la comunidad Macuna, en la región de Libertad. En este lugar el conflicto
con las mineras ha desenvuelto una disputa por el significado de desarrollo. En palabras de
Davis, “El conflicto en Libertad se reduce a un choque de culturas. Para los Macuna, el oro
es la esencia del sol y está bajo tierra por una razón: su luminosidad guía a un chamán
cuando parte en viajes subterráneos para equilibrar las fuerzas de todo el mundo”. Pese a
este entendimiento radicalmente diferente del valor del oro, varias compañías extranjeras
tienen como objetivo “extraer todo el oro del suelo para fundirlo en lingotes y luego
meterlo en bóvedas que volverán a meter al suelo” 7 .
Así, afirma que “básicamente, están negando la esencia, el valor, el significado y el
poder de la cascada. La personificación de los ancestros que yacen frente a ellos,
6 Véase Castro, Cristina (2017). La minera que pide 16.500 millones de dólares de indemnización a
Colombia. Semana. Recuperado desde: https://www.semana.com/nacion/articulo/16500-millones-de-dolares-
demanda-tobie-mining-contra-colombia-por-apaporis/528264.
7 Véase: Baptiste, M. y Henao, M. (productoras) y Angulo, A. (director). (2019). El sendero de la anaconda
[cinta documental]. Colombia: Caracol Televisión (minutos 39 a 42).
literalmente en la roca.” Al hacer eso, le restan valor a todo en lo que creen los Macuna,
negándoles a la vez su derecho a asumir su responsabilidad ancestral como guardianes de
la selva. De lo dicho anteriormente, el académico colige que “si ellos ceden en esto, si la
cascada deja de representar a sus ancestros, pondría en duda todo lo que saben. Todo lo que
los ha llevado a crear esta relación de protección con la selva. El sentido de obligación de
salvaguardar el flujo de energía que existe en todo el cosmos”. Por esta razón, no solo se
trata de desarrollo industrial en contraposición a subdesarrollo y pobreza. Se trata de la
destrucción de personas y de su forma de pensar, su forma de ser, que al ser analizada en
profundidad es “tan luminosa, inspiradora y brillante como todo lo que alguna vez ha
creado la imaginación humana.” afirma Davis 8.
El proyecto no solo significaba la vulneración ambiental de una de las cuencas más
importantes del Amazonas, sino también irrumpía en la cosmovisión de una comunidad
cuya versión de desarrollo es opuesta a la común y merece ser protegida. Con la exposición
de los ejemplos termina este texto, no sin antes fijar cuatro conclusiones sobre su discusión
y la noción de desarrollo. La primera es que las instituciones del Estado deben dar cuenta
de que el desarrollo no puede ser un concepto maestro de carácter objetivo, no puede
medirse en iguales términos en todos los escenarios. La segunda es que el modelo de
desarrollo, en que se embarcó el país hace más de medio siglo, es el producto de una
filosofía de modernidad que crea estructuras y lógicas sociales tremendamente peligrosas
para la supervivencia cultural de las comunidades excluidas del discurso desarrollista. En
tercer lugar se encuentra la reflexión sobre la diversidad cultural como valor y no como
obstáculo. Para esto se debe formular la política pública teniendo en cuenta la participación
activa y el entendimiento integral de las dinámicas sociales involucradas. Especialmente en
cuanto a la intervención económica o política de determinada comunidad. Finalmente,
queda abierta una discusión híbrida del modelo de desarrollo, que no rechace de plano
todos los beneficios de la modernidad y que opte por conciliar diferentes nociones de vida,
futuro y bienestar.
8 Véase: Baptiste, M. y Henao, M. (productoras) y Angulo, A. (director). (2019). El sendero de la anaconda
[cinta documental]. Colombia: Caracol Televisión (minutos 39 a 42).
Trabajos citados:
Escobar, A. (1998). La invención del Tercer Mundo: construcción y deconstrucción del
desarrollo. Bogotá: Norma.
Unceta-Satrústegui, K. (2009). Desarrollo, subdesarrollo, maldesarrollo y postdesarrollo:
Una mirada transdisciplinar sobre el debate y sus implicaciones. Carta
latinoamericana: Contribuciones en desarrollo y sociedad en América Latina.
Baptiste, M. y Henao, M. (productoras) y Angulo, A. (director). (2019). El sendero de la
anaconda [cinta documental]. Colombia: Caracol Televisión (minutos 39 a 42).
Castro, Cristina (2017). La minera que pide 16.500 millones de dólares de indemnización a
Colombia. Semana. Recuperado desde: https://www.semana.com/nacion/articulo/16500-
millones-de-dolares-demanda-tobie-mining-contra-colombia-por-apaporis/528264.
Carta de punta del Este, establecimiento de la Alianza para el Progreso dentro del marco de
la Operación Panamericana.
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